En Casanare anhelamos transformar al sector agropecuario. Soñamos con una revolución industrial en el campo. Y para que estos propósitos se materialicen, debemos unir esfuerzos, invertir en agroindustria y trabajar de la mano de los productores, agricultores, ganaderos, gremios y, por supuesto, el Gobierno nacional.
Tenemos un propósito entre pecho y espalda al que le estamos metiendo todo nuestro empuje: una planta de urea y fertilizantes nitrogenados en Casanare que transformaría el campo colombiano. Esta iniciativa, que le presentamos a todos los gobernadores del país, logrando su respaldo desde la Federación Nacional de Departamentos, haría que Colombia pasara de importar a producir, desde mi departamento, casi 600 millones de dólares en fertilizantes por año.
Este proyecto nace de una oportunidad estratégica para la industrialización del campo no solo en Casanare sino en todo el país; así como la dinamización de la economía y la competitividad en los mercados. Desde ya estamos tocando puertas y trabajando en los estudios de prefactibilidad. Confiamos en la apuesta de acabar el hambre a través del fortalecimiento de la agricultura y de la agroindustria que viene liderando el presidente Gustavo Petro; y nos llena de esperanza que la planta de fertilizantes ya se encuentra incorporada en el Plan Nacional de Desarrollo y en el Plan Plurianual de Inversiones del Gobierno nacional.
La urea es uno de los fertilizantes más populares y de mayor uso en todo el mundo y representa el 32 por ciento del consumo total de fertilizantes nitrogenados en Colombia. Sin embargo, el país no produce urea actualmente y depende totalmente de las importaciones para satisfacer la demanda interna.
En 2023, según el DANE, importamos 582.992 toneladas, principalmente desde Estados Unidos, Rusia y Trinidad y Tobago. Nos podrán decir soñadores, pero es tan importante para el sector agropecuario colombiano, que con esta planta disminuiría la dependencia de importaciones de fertilizantes, bajarían los costos en insumos, daríamos un paso trascendental a la transición energética, pero, sobre todo, labraríamos el camino de convertir a los Llanos Orientales en una verdadera despensa agrícola nacional.
Casanare es un punto estratégico para la construcción de este proyecto por las reservas de gas, materia prima fundamental para obtener el CO2 y el NH3 necesarios en la síntesis de urea. Además tenemos y estamos cerca a todos los mercados demandantes. Según la Agencia Nacional de Hidrocarburos, el 49 por ciento del gas que se comercializa en el país se extrae de nuestro departamento, contando con una disponibilidad de reservas de gas de más de 2,4 TPC.
Es importante también destacar el potencial que tenemos como región: grandes extensiones de tierra aptas para trabajar y mecanizar. Solo en Casanare son 44.400 kilómetros cuadrados, Meta cuenta con 85.635, Arauca posee 23.800 y Vichada 100.242.
Necesitamos aprovechar las grandes extensiones de tierra y convertirlas en terrenos productivos e industrializados destinados a cultivos de arroz, café, maíz, sorgo, soya, caña de azúcar, entre otros. Estamos seguros de que desde la Orinoquia podemos garantizar la autosuficiencia y soberanía alimentaria del país. Tenemos con qué, estamos unidos como región y ahora como nación. Necesitamos del respaldo de todos para cumplirle al campo.