
Por Jorge Camargo Director y Periodista Heliconia Radio
En un país donde el poder muchas veces se viste de privilegios, escoltas y oficinas refrigeradas, el gobernador de Casanare, César Zorro, ha optado por un camino distinto: el del pueblo. Su estilo rompe con la tradición del mandatario de escritorio y se enraíza en el carácter llanero: directo, trabajador, sin vueltas.
Gobernar desde el barro, no desde el mármol
Las imágenes de Zorro echando pala junto a obreros y campesinos no son para la foto. Quienes lo conocen desde antes de su llegada al Palacio Departamental lo saben: esa es su forma de hacer política. Desde su paso por el Concejo hasta la Cámara, ha demostrado que gobernar es estar presente, escuchar y actuar. Sin filtros.
A diferencia de su antecesor, el ingeniero Salomón —recordado por sus camionetas blindadas y su distancia del pueblo— Zorro prefiere el polvo de la trocha al aire acondicionado. No teme embarrarse los zapatos ni cargar bultos de cemento, literalmente.
Un liderazgo de cercanía
Mientras otros mandatarios se rodean de barreras y protocolos, Zorro opta por la minga, el diálogo y el trabajo colectivo. Se mezcla con campesinos, líderes sociales y obreros como uno más. Su estilo incomoda a quienes se sienten cómodos en el poder sin moverse, pero es profundamente valorado por quienes ya no creen en promesas, sino en acciones.
¿Populismo o autenticidad?
¿Es populismo cuando un líder trabaja hombro a hombro con su gente? ¿O es que nos hemos acostumbrado tanto a la frialdad de los poderosos que ver a un gobernador con pala en mano nos parece extraño? En tiempos de desconfianza política, la autenticidad se vuelve un capital raro y poderoso.
Gobernar con el territorio, no sobre él
Casanare no es una oficina. Es sabana, vereda, trocha, puente y comunidad. César Zorro lo entiende —y lo vive—. No espera informes: va al terreno, escucha de frente, actúa sin intermediarios. Porque gobernar no es gestionar desde lejos, sino construir desde el corazón mismo del territorio.
Conclusión
Prefiero, como muchos, un gobernador embarrado que uno blindado. La política no debería ser pedestal sino herramienta de transformación. Y Zorro, hasta ahora, ha demostrado que se puede ejercer el poder con humildad, entrega y botas bien puestas. Su ejemplo incomoda a quienes nunca se untaron de pueblo. Y eso, quizás, es lo más valioso: recordarnos que el poder, cuando se vive de cerca, puede volver a tener sentido.