
Una conmoción mundial se ha desatado tras confirmarse uno de los casos más oscuros en la historia reciente de Irlanda. Se trata del descubrimiento de una fosa común con los restos de 796 bebés en el antiguo Hogar de Tuam, un convento católico ubicado en la ciudad del mismo nombre, al oeste del país.
El caso comenzó a investigarse en 2014, cuando la historiadora Catherine Corless inició una profunda indagación sobre este asilo dirigido por las Hermanas del Buen Socorro, que operó entre 1925 y 1961. El lugar acogía a mujeres embarazadas fuera del matrimonio, consideradas por la sociedad de la época como «mujeres caídas», y recibía respaldo tanto del Estado irlandés como de la Iglesia Católica.
El hogar, lejos de ser un refugio seguro, fue escenario de condiciones deplorables, negligencia médica y discriminación. A los bebés nacidos allí se les negaba el bautismo y eran considerados «impuros». Muchos murieron por desnutrición, enfermedades respiratorias y abandono, y sus cuerpos fueron enterrados en una antigua fosa séptica bajo las instalaciones del convento.
Inicia la exhumación de los restos
Después de más de una década desde que comenzó la denuncia pública, en julio de 2025 comenzó oficialmente el proceso de exhumación e identificación de los cuerpos, liderado por la Oficina del Director de Intervención Autorizada en Tuam (ODAIT). Esta operación tendrá una duración estimada de dos años e involucra equipos forenses de Colombia, España, Reino Unido, Canadá y Estados Unidos.
El objetivo: recuperar los restos, analizarlos científicamente, identificarlos si es posible y brindarles una sepultura digna, algo que les fue negado en vida.
Este escándalo reabre el debate sobre la responsabilidad del Estado irlandés, el papel de la Iglesia en instituciones de acogida y la necesidad de justicia para las víctimas y sus familias.