
🇨🇴 Mano firme, corazón grande: la seguridad no es negociable
Por Nación Uribista
Durante años, Colombia luchó por salir del abismo del miedo, el secuestro, el asesinato sistemático y la extorsión como forma de vida. Y lo logró, no con discursos bonitos ni con narrativas románticas sobre los victimarios, sino con una política clara: la Seguridad Democrática.
Hoy, dos décadas después del inicio de esa política que salvó a miles de colombianos, es urgente volver a hablar de la seguridad como deber fundamental del Estado. Porque cuando la seguridad se relaja, el crimen se organiza. Cuando el Estado es débil, la ilegalidad se fortalece. Y cuando el país olvida su historia, el terror vuelve por la puerta grande.
📉 ¿Qué nos dejó la Seguridad Democrática?
En el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, la seguridad dejó de ser un favor del Estado y se convirtió en una garantía ciudadana. Estos son algunos datos oficiales:
• Homicidios: de 28.837 casos en 2002 a 15.459 en 2010.
• Secuestros: de 2.882 casos en 2002 a 282 en 2010 (una reducción del 90%).
• Extorsión: el desmantelamiento de estructuras enteras del crimen organizado permitió la recuperación del control territorial.
• Confianza en la Fuerza Pública: alcanzó niveles récord. La gente volvió a las carreteras. Las ciudades volvieron a respirar. Los inversionistas regresaron.
Fue bajo esa política que Colombia reconquistó su soberanía interna, y que miles de soldados y policías recuperaron el honor de portar el uniforme, porque lo hacían al servicio de un país que se los reconocía.
🚨 El peligro de normalizar el delito
Pero hoy, la narrativa ha cambiado. En vez de condenar al victimario, se le justifica. En lugar de apoyar al soldado o al policía, se les estigmatiza. Y eso tiene consecuencias reales:
• Las disidencias de las FARC han vuelto a fortalecerse.
• El ELN se sienta a dialogar mientras expande su control territorial.
• El Clan del Golfo impone normas en regiones completas.
• Jóvenes son instrumentalizados en la violencia, mientras se romantiza al vándalo como “rebelde” o “víctima del sistema”.
No hay nada más peligroso para una sociedad que perder la capacidad de indignarse ante el crimen. Y eso es precisamente lo que ocurre cuando se enseña que todo delito tiene una excusa social, o cuando se ataca a la Fuerza Pública por cumplir su deber.
🛡️ Recuperar el principio de autoridad
La autoridad legítima del Estado no puede ser reemplazada por acuerdos con estructuras armadas. La paz no se construye con impunidad. La convivencia no se logra sacrificando la justicia ni debilitando las instituciones.
La verdadera paz empieza con seguridad. Sin ella, no hay libertad. No hay democracia. No hay justicia.
Lo que Colombia necesita no es más tolerancia con el crimen. Es más Estado. Más institucionalidad. Más respeto por la ley. Y sobre todo, una mano firme que no tiemble cuando se trata de proteger a los buenos.
❤️ Colombia buena: una mayoría silenciada
Hay una Colombia que trabaja, que madruga, que paga impuestos, que respeta la ley. Esa Colombia, mayoritaria pero silenciada, no aparece en titulares ni recibe indulgencias. Pero existe. Y está cansada. Cansada de la impunidad. Cansada de que el esfuerzo de los buenos sea saboteado por el ruido de los violentos.
Esa Colombia cree en sus valores: orden, familia, patria, trabajo, justicia. Esa Colombia no odia la diferencia: la respeta, siempre que no pisotee los principios que nos han mantenido como nación.
✊🏼 Un llamado desde la oposición con dignidad
Desde la oposición que representamos, no pedimos revancha ni persecución. Pedimos autoridad y coherencia. Que no se negocie con quienes asesinan. Que no se humille a los soldados. Que no se abandone al ciudadano.
La mano firme no es autoritarismo. Es amor por Colombia. Y el corazón grande no es debilidad, es respeto por los que hacen las cosas bien.
Por eso hoy más que nunca, urge volver a una política de seguridad real, responsable y sin vergüenza de ejercer la fuerza legítima del Estado. Porque la historia ya nos demostró que cuando el crimen avanza, es la gente de bien la que paga el precio.
📢 Por eso decimos claro: ¡Colombia no puede retroceder!
No es un capricho. Es una necesidad. Si queremos paz, empecemos por el orden. Si queremos equidad, defendamos la justicia. Y si queremos reconciliación, no olvidemos a las víctimas ni recompensemos a sus verdugos.
La Seguridad Democrática fue, es y será un modelo que merece volver. No por nostalgia, sino por urgencia.